El mapa del alzhéimer se complica. Ahora que casi toda la investigación para diagnosticar y combatir la enfermedad –incluso para el desarrollo de vacunas- se centra en las acumulaciones de una proteína, la beta-amiloide, en el cerebro, un estudio que publica JAMA (Journal of American Medical Association) pone de manifiesto el papel de otra anomalía cerebral: las llamadas hiperintensidades de la sustancia blanca. Estas se llaman así porque en alguna de las técnicas de imagen, como las resonancias, aparecen marcada, pero en verdad se trata de lesiones cerebrales que se asocian a problemas vasculares.
El trabajo que ha dirigido Adam M. Brickman, del Taub Institute for Research on Alzheimer's Disease and the Aging Brain, ha consistido en comparar los cerebros de tres grupos de pacientes: 20 con alzhéimer, 59 con un inicio de pérdida de capacidades mentales, y 21 sanos, que se tomaron como grupo de control. El estudio se hizo a partir de las imágenes obtenidas durante el desarrollo de la enfermedad, y en él se vio que la presencia de las hipersensibilidades iba paralela a la de las placas de amiloide en cada caso.
No está claro el significado de este descubrimiento. Pero la incorporación de otro factor en la enfermedad, aparte de las beta-amiloide y otras proteínas, los llamados ovillos tau, puede complicar los ensayos que se están llevando a cabo actualmente para conseguir una vacuna o un tratamiento. El trabajo deja la duda de si no bastará con controlar los factores hasta ahora conocidos, y habrá que atacar otros frentes.
Eso sí, según señalan los autores tiene una ventaja: la causa de las hipersensibilidades parece vascular, y los factores de riesgo para trombos o aneurismas son conocidos, por lo que hay una vía de prevención.
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