domingo, 9 de diciembre de 2012

El deshielo de los polos ha elevado en 11 milímetros el nivel del mar


 

Cada año, los casquetes polares de la Tierra pierden 344.000 millones de toneladas de hielo. El proceso, que se está acelerando, estaba ya más que claro en el Ártico, pero acerca de lo que está pasando en la Antártida había, hasta ahora, más incertidumbres que certezas. Los datos no uniformes que venían tomando los satélites eran responsables, en gran medida, de esas dudas, tantas que algunos análisis hablaban incluso de crecimiento de la masa de hielo, y no reducción, en el casquete polar Sur. Pero el conocimiento del fenómeno en ambas regiones polares se asienta ahora sobre una base sólida con un gran estudio internacional realizado por 47 científicos de 26 instituciones, incluidos los autores de aquellos análisis de resultados variables y con el apoyo de la NASA y la Agencia Europea del Espacio (ESA).
“Ahora podemos afirmar de modo concluyente que tanto la Antártida como Groenlandia están perdiendo hielo”, resume Andrew Shepherd (Universidad de Leeds, Reino Unido), líder de la investigación presentada en la revista Science. Pero esto no significa que el proceso sea idéntico en el Norte y en el Sur, advierten los científicos. Mientras Groenlandia está perdiendo hielo cinco veces más rápido ahora que a principios de los años noventa, el proceso en la Antártida parece menos constante, aunque en la última década se aprecia un incremento del 50% en el ritmo de deshielo, explica otro de los investigadores, Erik Ivins (Jet Propulsion Laboratory, EE UU).
La pérdida de hielo en las regiones polares repercute en la subida del nivel del mar, concretamente es responsable del aumento de 11 milímetros desde 1992 hasta ahora, según concluye un segundo equipo, liderado por Ian Joughin (Universidad de Washington). Esos 11 milímetros suponen un 20% del total de subida del nivel de los océanos registrada, y del resto es responsable, sobre todo, la expansión térmica del agua, con una pequeña aportación del deshielo de glaciares de montaña.
Los expertos han aunado los datos de 10 satélites con tres técnicas de medida
Lo que está claro es que todas las grandes regiones polares de capa helada, excepto una, están perdiendo hielo desde 1992, concluyen los especialistas. La excepción es Antártida oriental, donde está aumentando la masa de hielo, aunque no en suficiente medida como para compensar la disminución en el resto del continente blanco. Pero la incertidumbre se mantiene ante el futuro. Es decir, los científicos no saben si la pérdida de hielo de Groenlandia, por ejemplo, se mantendrá al ritmo actual, se acelerará o se frenará, señala Joughin.
Para reducir estas dudas sobre el futuro es muy importante la síntesis de datos y métodos de medida de Shepherd y sus colegas. El problema con la información aparentemente contradictoria recabada con los satélites se debía a las distintas mediciones, con varios métodos y en diferentes plazos temporales. Con el trabajo colectivo de los 47 investigadores, ahora se unifica todo esto y se puede “empezar a comparar manzanas con manzanas”, como ellos dicen.
Para lograrlo han conjugado la información de 10 satélites con tres técnicas básicas de medida: con emisiones de radar o de láser que van rebotando en la capa de hielo y permiten determinar su altura y, por tanto, el volumen; medidas de las variaciones en el tiempo del tirón gravitatorio de la Tierra sobre dos satélites sincronizados a medida que sobrevuelan diferentes zonas heladas; con los modelos climáticos que permiten estimar la ganancia y pérdida de hielo y que utilizan los radares de los satélites para conocer la velocidad de desplazamiento de los glaciares. Cada método tiene sus puntos fuertes y débiles, advierten los expertos. Las plataformas heladas se alimentan de las nevadas y se destruyen en las costas cuando los bordes se debilitan por el aumento de la temperatura del agua y las corrientes, lo que, además, acelera el desplazamiento de los glaciares.
“Los cambios en la masa almacenada en las capas heladas son importantes por tratarse de un indicador del cambio en el clima global y porque afectan directamente al nivel del mar”, resume Shepherd.

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