Científicos del Hospital La Fe de Valencia han pedido a un comité ético del propio centro y a la Consejería de Sanidad de Valencia permiso para llevar a cabo explantes de útero en cadáveres, el primer paso para aprender la técnica de reproducción asistida más pionera, el trasplante de útero, según adelantó a ELMUNDO.ES Antonio Pellicer, jefe de Servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital valenciano en e V Congreso Internacional IVI, que se ha celebrado en Sevilla.
Precisamente en el equipo de Pellicer trabaja el médico adjunto César Diaz, que participó en el primer trasplante de útero de madre a hija realizado en el mundo, que se llevó a cabo el pasado mes de septiembre en el Hospital de Gotemburgo (Suecia).
Hasta esa fecha solo se habían realizado dos trasplantes de útero en todo el mundo. El primero, en 2000 en Arabia Saudí, concluyó con un rechazo de la receptora al órgano recibido. El segundo se llevó a cabo en agosto de 2011 en Turquía, pero no fue hasta febrero de este año que la comunidad científica pudo verificar el procedimiento.
En esa fecha, se publicó on line el caso en una de las revistas más prestigiosas en el campo de la infertilidad, Fertility and Sterility.
Para Pellicer, no hay duda de que el embarazo en una mujer con un útero trasplantado va a llegar "más temprano que tarde". De ahí su interés en empezar a aprender la técnica en el hospital valenciano donde trabaja. El trasplante de útero estaría indicado en mujeres que carecen de este órgano, aunque la comunidad científica lo ha cuestionado, ya que las pacientes habrían de medicarse durante todo el tiempo que tuvieran el órgano implantado y, una vez conseguida la maternidad, lo ideal sería la retirada del útero.
Según explica el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, por correo electrónico a este diario, los pasos para llevar a cabo este procedimiento en España están establecidos: "Al tratarse de un trasplante multitejido experimental, la vía sería la misma que para cara, brazos o piernas: la Comunidad Valenciana debería acreditar un centro para hacerlo, aprobar el proyecto y mandarlos a la ONT, donde debe ser evaluado y dictaminado con el concurso de la Comisión de trasplantes del Consejo Interterritorial".
Sin embargo, Matesanz considera que la evaluación bioética de este tipo de trasplantes es "el punto más débil de la idea en cualquier lugar del mundo", aunque también hay que tener en cuenta el componente económico, "que no es pequeño en la situación actual por comparación con otras necesidades sanitarias".
Desde el punto de vista ético, el presidente de la ONT considera que hay que tener en cuenta el riesgo al que se somete a varias personas: a la teórica madre (que habría de someterse a dos intervenciones, una para implantar el útero y otra para retirárselo una vez conseguida la maternidad, además de tomar fármacos anti-rechazo durante el tiempo que dure el implante), a la donante (si se trata de un trasplante de vivo, como ha ocurrido en Suecia) y al feto, "que tiene que aguantar la inmunosupresión todo el embarazo y el riesgo de que hay problemas con el útero trasplantado". "El beneficio es un tanto dudoso teniendo en cuenta otras alternativas para tener un niño: no satisface la demanda de curar una enfermedad y los riesgo son más que reales, en un mundo con un problema creciente de hiperpoblación", concluye Matesanz.
En cualquier caso, con cuatro de estos trasplantes ya documentados y varios equipos médicos anunciando su intención de llevar a cabo nuevos casos, parece que pocas polémicas podrán parar la que, hasta ahora, es la única alternativa para que mujeres sin útero puedan ser madres biológicas.
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