martes, 28 de mayo de 2013

Un rescate contrarreloj en el océano Ártico

Una carrera contra el tiempo en pleno océano Polar Ártico: Rusia tendrá que realizar una frenética evacuación de la estación de investigación SP-40 tras una ruptura en una base de hielo. "La grieta crece dramáticamente", contó el director de la expedición Vladimir Sokolov.
Uno de los rompehielos más potentes del mundo, el "Jamal", con capacidad nuclear, saldrá en breve del puerto de Murmansk para desalojar el campamento que alberga a 16 investigadores.
Para llegar a la estación ártica en el mar de Beaufort, el barco de 75.000 caballos necesitará diez días y se calcula que la evacuación completa podría durar tres semanas. "Con ello nos estamos acercando a una auténtica situación de emergencia", dijo Sokolov a la agencia estatal de noticias Ria Novosti.
La ruptura del témpano de entre dos a cuatro metros de grosor no sólo ha puesto en peligro a los científicos y puede terminar en la pérdida completa de las instalaciones de investigación. Además, aceite lubricante y basura de la estación amenazan con contaminar terrenos vírgenes junto a Canadá.
"Esperamos que el Kremlin tenga claro lo arriesgado de una maniobra como ésta", dijo Vladimir Chuprov, de la organización medioambiental Greenpeace en Moscú.
Ya en una ocasión, en 2010, Rusia tuvo que evacuar una instalación de investigación ante la amenaza de ruptura de una base de hielo. Desde octubre de 2012, la SP-40 investiga los cambios que se producen en la zona polar ártica a raíz del cambio climático.

Destrucción de un ecosistema vírgen

También en la Antártida, en el lado opuesto del planeta, Rusia es enormemente activa: en un paso histórico, investigadores rusos perforaron el año pasado casi cuatro kilómetros de hielo para descubrir el lago Wostok, de millones de años de antigüedad.
Los críticos advierten de la destrucción de un ecosistema prácticamente virgen, mientras científicos de todo el mundo tienen la esperanza puesta en estos proyectos para avanzar en el conocimiento del cambio climático.
Pero el interés de Rusia en el hielo y la nieve ártica y antártica es todo menos desinteresado: están en juego millones de euros por las gigantes reservas de petróleo y gas en los polos.
En una acción espectacular en 2007, Rusia clavó en el suelo marino bajo una capa de hielo a 4.261 metros de profundidad en el Polo Norte su bandera tricolor hecha de titanio inoxidable. Al igual que hiciera Estados Unidos con la Luna en 1969, los rusos pusieron también su bandera en un acto que aunque carezca de consecuencias legales, supone una forma simbólica de hacer valer sus aspiraciones sobre el terreno.
"El Ártico nos pertenece", destacó el encargado del Kremlin para esa región, Artur Chilingarov. Y Rusia quiere reclamar pronto ante la ONU lo que considera su derecho a la plataforma continental de Lomonossov, en el suelo marino y rica en materias primas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario